lunes, 5 de diciembre de 2011

No hay rosa sin espinas

Año tras año, los adolescentes terminamos el secundario y, los que tenemos la posibilidad, empezamos la universidad.
Varias elecciones se nos interponen en el camino. La más importante de todas, creo yo, es saber de lo que uno quiere trabajar o dedicarse en el futuro y a partir de ahí estudiar la carrera correspondiente. Algunos de nosotros ya lo tienen resuelto desde pequeños y para otros no fue sino hasta el último año de secundaria que, con la ayuda de familiares, amigos, profesores y/o profesionales, que poco a poco fuimos encontrando nuestra vocación.
La elección de la universidad es un tema importante a ser tratado, pero éste ya no depende del estudiante, sino más bien de otros factores: la posibilidad económica de cada familia determina el tipo de educación a ser recibida y muchos de nosotros decidimos, gracias el esfuerzo de mucha gente, irnos de nuestras casas en busca de una nueva vida, dejando así de lado nuestra adolescencia para transformarnos en jóvenes adultos.
Esa etapa, nos prometió, por lo menos a la mayoría, un modo de vida diferente, tentándonos con la tan deseada independencia. Ese mundo mágico con el que soñamos durante varios años del secundario nos hizo quererlo sin reflexionar sobre las implicaciones que traería, por lo cual puede afirmarse que la vida adulta no es tan fácil como la mayoría pensamos que podría ser pero es un avance que todos los adolescentes debemos hacer.
La familia y los amigos son, no solo para los estudiantes universitarios, sino para todas las personas, un aspecto importante en la vida, y más en la de los adolescentes. El hecho de alejarnos nos genera angustia ya que, en muchos casos, son ellos los que nos acompañaron la mayor parte de nuestra vida y con quienes nos sentimos a gusto. Resultaría difícil vivir sin ellos, o distanciados. El adaptarnos a nuevas personas provocaría por un periodo de tiempo una inestabilidad emocional y un sentimiento de no hallazgo, lo cual podría traer complicaciones con el estudio, nuestra principal meta. Sin embargo nada nos garantiza que esos amigos de siempre estarán para siempre y es bueno ser capaz de poder manejar la habilidad de la sociabilización, además, con los nuevos medios de comunicación uno puede seguir en contacto con esas personas que la distancia los separa.
Los adolescentes, en cuanto a las tareas de la casa, no tienen responsabilidad menores como cortar el pasto, sacar la basura, hacer un que otro mandado. De las verdaderas responsabilidades domesticas como, antes que nada, generar ingresos, la limpieza y el orden, la comida, el pago de los impuestos se hacen cargo los padres o tutores, por lo cual nuestra tarea solo se limita en respetar las normas domesticas y estudiar. A los jóvenes adultos que estén viviendo solos en otras ciudades se les generarían, sin preparación previa, un mundo de nuevas responsabilidades que quizás podrían afectar una vez más el rendimiento universitario debido que le quitaría tiempo y dedicación. Aun así ¿No es la incorporación de nuevas responsabilidades un mecanismo de formación de personas?
Vivimos en un mundo competitivo donde cada uno avanzamos en la escala social de la meritocracia acumulando éxitos, no fracasos. Entonces, ¿A quién le gusta o quiere fracasar? El fallo en la universidad posee toda una connotación social, la presión socialmente generada tiene un efecto de estrés y preocupación perjudicial para los estudiantes y todas las personas. Pero no obstante Einstein dice: “Intenta no volverte un hombre de éxito, sino volverte un hombre de valor.” Debido a eso, creo yo, no nos deberíamos preocupar mucho por haberle errado en la elección de la carrera, porque el que erró y aprendió, sabe más que el que siempre acertó.
En fin, ¿No somos, las personas, una construcción de nuestras propias experiencias y, sorteando obstáculos adquirimos madurez? Debemos vivir y enfrentar todos los pormenores sin temerle a una posible consecuencia negativa. Para concluir como Neruda dice: Cuando crezcas, descubrirás que ya defendiste mentiras, te engañaste a ti mismo o sufriste por tonterías. Si eres un buen guerrero, no te culparás por ello, pero tampoco dejarás que tus errores se repitan.” A la cual yo le agrego: quien adelante no mira, atrás se queda.